Que es la pobreza?
LA POBREZA
ES......
La pobreza es
la situación o condición socio económica de la población que no puede acceder o
carece de los recursos para satisfacer las necesidades físicas y psíquicas
básicas que permiten un adecuado nivel y calidad de vida tales
como la alimentación, la vivienda, la educación,
la asistencia sanitaria o el acceso al agua potable. También se
suelen considerar la falta de medios para poder acceder a tales recursos, como
el desempleo, la falta de ingresos o un nivel bajo de
los mismos. También puede ser el resultado de procesos de exclusión
social, segregación social o marginar. En muchos países del
tercer mundo, la situación de pobreza se presenta cuando no es posible cubrir
las necesidades incluidas en la canasta básica de alimentos o se dan
problemas de subdesarrollo.
Según el
Informe de Desarrollo Humano de 2014 del Programa de Naciones Unidas para
el Desarrollo (PNUD) uno de cada cinco habitantes del mundo vive en
situación de pobreza. Es decir, 1.500 millones de personas no tienen acceso
saneamiento, agua potable, electricidad, educación básica o
al sistema de salud, además de soportar carencias económicas incompatibles
con una vida digna.
En la mayoría
de contextos sociales la pobreza se considera algo negativo y penoso, si bien
en algunos ámbitos de carácter espiritual o religioso la pobreza
voluntaria se considera una virtud por implicar la renuncia a los bienes
materiales -voto monástico de pobreza-. Históricamente la pobreza ha sido
valorada de muy distinta forma según la ideología o ideologías de cada época;
así ocurría en el pensamiento económico medieval. Distinta a la pobreza
voluntaria es la vida austera o vida sencilla cercana a posiciones
tanto espirituales como ecologistas y decrecimiento.
Tres
significados básicos
El concepto
de pobreza es antiguo. Etimológicamente proviene del
término latino paupertas, que remite originalmente a la condición de
'pauperos' que significa, literalmente, parir o engendrar poco y se
aplicaba al ganado y, por derivación, a la tierra pobre, es decir, infértil o
de poco rendimiento.2 De esta acepción de pobreza como falta de
potencialidad o capacidad de producir deriva un concepto distinto que apunta a
la carencia misma de una serie de bienes y servicios básicos. Es la pobreza
absoluta.
También
surgió tempranamente el concepto de pobreza como contraposición al
de riqueza, de donde proviene el concepto de pobreza relativa.
Pobreza como
falta de desarrollo humano
El enfoque
más moderno sobre la pobreza lleva el sello del premio nobel Amartya
Sen, y se inspira en la acepción primigenia de pobreza como falta de
capacidad de producir o de realizar su potencial productivo. En este enfoque el
énfasis está puesto no tanto en el resultado (ser pobre en el sentido de no
disponer deingresos o bienes suficientes) sino en el ser pobre
como imposibilidad de alcanzar un mínimo de realización vital por verse privado
de las capacidades, posibilidades, y derechos básicos para hacerlo. Esta forma
de ver la pobreza se inspira, como Sen mismo lo destaca, en
la filosofía aristotélica que define la “buena vida” como aquella en
que se han realizado o florecido todas las capacidades encerradas en la
naturaleza de los seres humanos (que según Aristóteles pueden ser muy
diversas, como aquella que lleva a algunos a ser señores y a otros a
ser esclavos). Esta concepción es parte de la ontología o
doctrina del ser de Aristóteles donde las cosas tienen una naturaleza que
determina y fija las finalidades o plenitud de su desarrollo. Así, en
la política nos dice que “la naturaleza de una cosa es precisamente
su fin, y lo que es cada uno de los seres cuando ha alcanzado su completo
desenvolvimiento se dice que es su propia naturaleza”. El pleno florecimiento
humano requiere, según Aristóteles, de la polis o ciudad, como conjunto
organizado y autosuficiente de seres humanos que han realizado sus diversas
naturalezas y las ponen al servicio unos de otros.
Este concepto
de pobreza, actualizado por Amartya Sen y despojado de sus rasgos incompatibles
con una sociedad basada en la igualdad básica de los seres humanos, podría ser
definido como pobreza de desarrollo humano. Este es el enfoque que ha sido
instrumentalizado por el Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD), estableciendo una serie de criterios de satisfacción de
necesidades básicas –esperanza de vida, logros educacionales e ingreso,
que son la base del así llamado Índice de Desarrollo Humano (IDH)–
que formarían la base de recursos y habilidades que permiten el “desarrollo
humano, definido como el proceso de ampliación de las opciones de las personas
y mejora de las capacidades humanas (la diversidad de cosas que las personas
pueden hacer o ser en la vida) y las libertades”. A partir de ello el PNUD
ha elaborado un Índice de Pobreza Humana (IPH) que se describe de la
siguiente manera: “En lugar de utilizar los ingresos para medir la pobreza, el
IPH mide las dimensiones más básicas en que se manifiestan las privaciones: una
vida corta, falta de educación básica y falta de acceso a los recursos públicos
y privados.”
El problema
de este intento de instrumentalizar el enfoque de Sen radica en la reducción de
sus elementos determinantes a algunas variables como expectativa de
vida, escolarización o ingreso disponible, que si bien son
relativamente fáciles de medir dejan fuera del análisis del desarrollo a otros
componentes esenciales del mismo como pueden ser la libertad
individual o los derechos democráticos. Se reduce así la perspectiva
de la pobreza de una manera que el mismo Sen ha considerado inaceptable: “La
pobreza económica no es la única que empobrece la vida humana. Para identificar
a los pobres debemos tener en cuenta, por ejemplo, la privación de los
ciudadanos de regímenes autoritarios, desde Sudán a Corea del
Norte, a los que se niegan la libertad política y los derechos civiles.”
Esto muestra
la dificultad de instrumentalizar satisfactoriamente el amplio enfoque de Sen y
puede llevar a absurdos como llegar a considerar que quienes viven bajo
regímenes fuertemente autoritarios o simplemente totalitarios gozan de mayor
“desarrollo humano” que quienes viven en sociedades que respetan los derechos y
las libertades humanas. Así, según el informe de 2009 del
PNUD, Kuwait permitiría a su población un desarrollo humano más alto
que, por ejemplo,Portugal o la República Checa, y Cuba se
ubica a este respecto en mejor posición que Costa
Rica o Rumanía.
Pobreza
absoluta
A esta forma
previa de ver la pobreza, centrada en las capacidades para realizar las propias
potencialidades, se opone otra definición igualmente antigua, aquella que ve la
pobreza y la condición de pobre (pauper) como un estado de privación o falta de
recursos para poder adquirir una “canasta de bienes y servicios” necesaria para
vivir una vida mínimamente saludable. Este enfoque fue sistematizado a
comienzos del siglo XX por el británico Seebohm
Rowntree en Poverty: A Study of Town Life (1901), un estudio
pionero sobre la pobreza que se transformaría en el punto de partida y
referencia de los futuros estudios sobre el tema. La razón de ello es doble.
Por una parte, este estudio se basa en una amplia investigación empírica
realizada en York, la ciudad natal de Rowntree, que abarcó nada menos que
11.560 familias, lo que equivalía a unas dos terceras partes de todas las
familias de York. La segunda razón es que para llevar adelante su investigación
Rowntree elaboró una serie de conceptos y métodos de medición que pasarían a
formar instrumentos centrales en prácticamente todos los estudios posteriores
sobre el tema. Entre estos instrumentos se destaca la elaboración de una “línea
de pobreza”, que no sólo incluía la alimentación sino además el acceso a la
vivienda, a prendas de vestir adecuadas y otros objetos absolutamente
necesarios para mantener lo que Rowntree llamó “un funcionamiento puramente
físico”. Esto le permitió definir dos tipos de pobreza, la “pobreza primaria” y
la “pobreza secundaria”. En pobreza primaria vivían aquellas “familias cuyo
ingreso total no era suficiente para obtener el mínimo necesario para mantener
un funcionamiento puramente físico”. En pobreza secundaria vivían las
familias que podían alcanzar ese mínimo pero no disponían de excedentes.
Estamos aquí
frente a lo que habitualmente se denomina pobreza absoluta y es aún hoy la
medida globalmente más usada para determinar la extensión de la pobreza, tal
como lo muestran los cómputos realizados por el Banco Mundial en base
a una “línea internacional de pobreza”. Esta línea fue tradicionalmente fijada
en 2 dólares estadounidenses de 1985 per cápita,
en paridad de poder adquisitivo, para definir la pobreza y en 1 dólar para
definir la pobreza extrema. En agosto de 2008, la línea de pobreza extrema
fue reajustada a 1,25 dólares. Esta cantidad refleja el promedio del ingreso
mínimo necesario para sobrevivir en los diez a veinte países más pobres del
mundo.
Pobreza
relativa
Frente a este
criterio o forma de medir la pobreza ha existido otro enfoque igualmente
clásico que apunta a la posibilidad de adquirir una canasta de bienes y
servicios que puedan asegurar una vida digna de acuerdo a las convenciones y
estándares de una sociedad determinada. En este caso tenemos la así llamada
pobreza relativa, que varía con el desarrollo social que va
determinando, en cada época y sociedad, aquel mínimo de consumo bajo el cual
más que ver amenazada la supervivencia se cae en un estado de exclusión o
imposibilidad de participar en la vida social. El ejemplo clásico de esta forma
de pobreza fue dado por Adam Smith en La riqueza de las naciones al
escribir: “Por mercancías necesarias entiendo no sólo las indispensables para
el sustento de la vida, sino todas aquellas cuya carencia es, según las
costumbres de un país, algo indecoroso entre las personas de buena reputación,
aun entre las de clase inferior. En rigor, una camisa de lino no es
necesaria para vivir. Los griegos y los romanos vivieron de una manera muy
confortable a pesar de que no conocieron el lino. Pero en nuestros días, en la
mayor parte de Europa, un honrado jornalero se avergonzaría si tuviera que
presentarse en público sin una camisa de lino. Su falta denotaría ese deshonroso
grado de pobreza al que se presume que nadie podría caer sino a causa de una
conducta en extremo disipada.”
El riesgo de
esta forma de ver la pobreza y, en general, de toda la idea de la pobreza
relativa ha sido bien apuntado por Amartya Sen, quién hace un llamado a no
perder de vista el “núcleo irreductible de privación absoluta en nuestra idea
de pobreza”. El riesgo es llegar a una relativización total de “la pobreza”
siguiendo la famosa frase de Mollie Orshansky acerca de que “la pobreza, como
la belleza, está en el ojo de quien la percibe”.Además, las expectativas
sociales se mueven constantemente en la medida en que una sociedad se
desarrolla, elevando sucesivamente nuestra vara de medir el umbral de lo que
Smith llamaba “ese deshonroso grado de pobreza”. De esta manera se puede
relativizar y hasta banalizar el concepto de pobreza, hasta el punto de decir
que, por ejemplo, en Estados Unidos hay un porcentaje mayor de pobres que, en
los países del África subsahariana. También se puede llegar a la conclusión
que la pobreza aumenta al aumentar el bienestar general de una sociedad ya que
las expectativas sobre el “mínimo socialmente aceptable” pueden aumentar más
rápidamente que el bienestar real de la población.
Pobreza
relativa como desigualdad
Otra forma muy
común de usar el concepto de pobreza relativa es simplemente hacerlo sinónimo
de una cierta medida de la distribución del ingreso en un país dado.
Esta pobreza relativa aparente acostumbra a ser definida a partir de un umbral
de ingreso medido como porcentaje del ingreso medio del país respectivo. Así
por ejemplo, es usual llamar pobres o “en riesgo de pobreza” a todos aquellos
que disponen de menos del 60% del ingreso disponible medio de la sociedad en
que viven. Actualmente se aceptan comúnmente tres categorías derivadas de esta
forma de medir la pobreza: la población que dispone entre un 50 y un 60% del
ingreso medio es catalogada como “en riesgo de pobreza”, aquella que dispone
entre 40 y 50% de ese ingreso es catalogada como “pobre” y la que dispone de
menos del 40% se encontraría en “pobreza extrema”. En 2007 dentro de
la Unión Europea, que usa justamente estos porcentajes, el 6% de su
población estaba en una condición de “pobreza extrema” (menos del 40% del
ingreso disponible medio), esta cifra se elevaba al 10% si usamos la línea del
50% (pobreza) y al 17% si la línea se ubica en el 60% del ingreso medio. Esta
es el mismo tipo de medición de la pobreza usada en España y según el
cual un 20,8% de los españoles se encontraba en una situación de “pobreza
relativa” o “riesgo de pobreza” el año 2010. Sin embargo, el poco
sentido que tiene este tipo de mediciones de la pobreza relativa aparente se
hace evidente cuando constatamos que en 2007 un luxemburgués se
encontraba, según la UE, “en riesgo de pobreza” pudiendo disponer de un ingreso
de hasta 17.575 euros anuales, mientras que el riesgo de pobreza de un rumano
empezaba con apenas la décima parte, es decir, con 1.765 euros anuales del
mismo poder adquisitivo.14 Esta forma de definir la pobreza puede llevar a
resultados incluso más absurdos, como ser el poder constatar un gran aumento de
la pobreza (relativa aparente) durante épocas de fuerte disminución de la
pobreza (absoluta). Este es, por ejemplo, el caso de China durante
los últimos tres decenios, durante los cuales un crecimiento económico
espectacular ha sacado a más de 600 millones de chinos de la pobreza (absoluta)
pero a la vez, en razón de una mayor desigualdad en la distribución del
ingreso, ha aumentado rápidamente el número de pobres (relativos). En buenas
cuentas, con esta medida de la pobreza relativa aparente podríamos llegar a
considerar al país más pobre de la tierra como un país sin pobres si su
distribución del ingreso fuese lo suficientemente pareja.
Pobreza
relativa como privación
Este mismo
riesgo corre otro de los enfoques más influyentes sobre la pobreza, aquel que
usa el término de deprivation (privación) para definir la
pobreza. Se trata de una medida relativa, que indica la ausencia de ciertos
atributos, recursos o estatus que otras personas poseen. La privación relativa
puede ser definida de manera objetiva, como una medición del contenido real o
material de ese “tener menos que otros”, pero también de manera subjetiva,
atendiendo fundamentalmente al sentimiento de tener menos que otros. Como tal
podría ser llamada una medida de la envidia humana y de hecho, aplicando este
criterio, prácticamente cualquiera podría ser definido como pobre. Ahora bien,
para transformar algo tan relativo en un indicador que realmente tenga algo que
ver con la pobreza o la vulnerabilidad se requiere buscar un umbral de
privación o de distancia respecto del nivel de vida normal de una sociedad que
impida mínimos satisfactorios de desempeño o participación social. Peter
Townsend apunta al respecto que es fundamental “definir el estilo de vida
generalmente compartido o aprobado en cada sociedad y evaluar si hay un punto
en la escala de la distribución de recursos por debajo del cual las familias
encuentran dificultades crecientes para compartir las costumbres, actividades y
dietas que conforman ese estilo de vida.”
De esta
manera estaríamos prácticamente de vuelta en la pobreza relativa, tal como por
Adam Smith la trató. Sin embargo, el uso de este concepto puede tener un valor
importante si lo aplicamos en el sentido más clásico del término, aquel de
privación relativa subjetiva elaborado por Robert Merton, ya que entrega
elementos importante para entender la dinámica de la formación de la conciencia
y los conflictos sociales, los que parten del sentimiento de privación más que
de la privación o la pobreza en sí mismas. Otro autor clásico que resumió muy
bien esta idea es Karl Marx al escribir: “Sea grande o pequeña una
casa, mientras las que la rodean son también pequeñas cumple todas las
exigencias sociales de una vivienda, pero, si junto a una casa pequeña surge un
palacio, la que hasta entonces era casa se encoge hasta quedar convertida en
una choza y por mucho que, en el transcurso de la civilización, su casa
gane en altura, si el palacio vecino sigue creciendo en la misma o incluso en
mayor proporción, el habitante de la casa relativamente pequeña se irá
sintiendo cada vez más desazonado, más descontento, más agobiado entre sus
cuatro paredes.”
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